Ciencia en el Antiguo Egipto
Juan Carlos del Río
A comienzos del III Milenio, las hipótesis sobre el antiguo Egipto siguen enfrentadas: fueron proyectados sus monumentos sobre bases científicas y astronómicas, como defienden algunos investigadores, o son producto de la casualidad, según los más incrédulos.
El instrumento astronómico egipcio característico era el merjet, que también suele escribirse como merkhet o incluso de otras formas, pues recordemos que en la escritura egipcia o árabe no se escriben las vocales. Este instrumento es descrito de las siguientes formas, según los diversos autores:
Consiste en una estrecha barra horizontal terminada en un pequeño bloque sobresaliente. Tiene dos agujeros en un extremo del bloque para colgar una plomada. Significa literalmente «instrumento de conocimiento». Lo podemos interpretar como un indicador de direcciones de estrellas (Edwards).
Consiste en una varilla de palma con un corte en V en la parte superior, haciendo las veces de retículo de un moderno teodolito. Está unido a una plomada llamada tj, que permite determinar la posición de elongación máxima de las estrellas. (Zaba)
De acuerdo con la reconstrucción esquemática «según la grafía jeroglífica», se asemeja a una pínula que consta de un pie para fijarlo en el suelo y de una plomada para poner el conjunto «en estación» -nivelarlo y orientarlo- (Pochan).
Como vemos, no hay acuerdo en cuanto a la forma de este instrumento, que se encuentra citado por el nombre en diversos textos antiguos. Edwards afirma que en el Museo de Berlín hay un instrumento como el que él describe. Álvarez López utilizó instrumentos de estas características, obteniendo una precisión muy baja debido a la imprecisión del centro de estación. Edwards, al interpretar merjet como «indicador», postula tres tipos de merjet: 1) el primero sirve únicamente como indicador de direcciones; 2) otro que lleva además una plomada, para observación de elongaciones máximas de estrellas; 3) un tercero que tiene graduada la barra y permite medir la longitud de la sombra del bloque bajo la luz solar.
En cuanto a los relojes, Zaba dice que se utilizaron tres tipos distintos: el reloj de agua, el reloj de sombras y el reloj astral o de medición de alturas de estrellas. El reloj de sombras, basado en la longitud de la sombra proyectada por algún instrumento orientado al Sol es bien conocido. El fundamento del reloj astral reside en los llamados decanes. Sin embargo nos centraremos ahora en el estudio de los relojes de agua o clepsidras, y en particular sobre la encontrada en Karnak.
El procedimiento es simple. La clepsidra consiste en un vaso con forma de cono truncado invertido que se llenaba de agua hasta el borde cuando se ponía el Sol, pues su uso era nocturno, cuando no se puede medir la sombra solar. En el fondo tiene un pequeño agujero ingeniosamente calculado. En la pared interior de la clepsidra hay doce columnas con once seudo-agujeros más o menos espaciados, correspondientes a las doce horas de la noche, escalonados según los doce meses del año. Cuando el agua llegaba al nivel de la primera marca del mes en cuestión, la segunda hora de la noche empezaba.
Creían que a alturas iguales de agua correspondían tiempos iguales. Con las dimensiones de esta clepsidra, el radio superior es el doble del inferior, el reloj se atrasa media hora en la primera mitad de la noche, y luego recupera el atraso. Pero los egipcios no disponían de ningún medio métrico para descubrir esta imperfección. Además el desagüe se hace irregular cuando el nivel es bajo. Su invención se remonta al comienzo de la XVIII dinastía (1680 a.C.). La clepsidra encontrada en Edfú, que es mil años posterior, mide el tiempo con mayor precisión. El recipiente es tan grande, que su nivel prácticamente no varía en el curso de la noche. El agua es recogida en un recipiente cilíndrico, siendo por lo tanto la altura del agua proporcional al tiempo transcurrido.
¿Instrumentos ópticos?
Investigadores rusos han encontrado en Egipto mapas astronómicos, de sorprendente exactitud, con la posición de las estrellas miles de años atrás. También han encontrado lentes de cristal, esféricas, de gran precisión, posiblemente usadas en telescopios. Las lentes sólo se pueden pulir con un abrasivo: el óxido de cesio, que sólo es producido con ayuda de electricidad.
Esta cita de Kolosimo pertenece más a la ciencia-ficción que a otra cosa, pero es difícil rebatir afirmaciones basadas en presuntos descubrimientos, debido al hermetismo que les caracteriza.
Álvarez López llega por un camino diferente a la afirmación del empleo de instrumentos ópticos, por parte de los antiguos egipcios, hace miles de años. Tras analizar el método propuesto por Zaba para determinar el meridiano, lo intenta llevar a la práctica, pero con poco éxito, pues los errores de las orientaciones eran del orden del grado de arco. Hay poca precisión en el replanteo del centro de estación, puesto que, dice, el conjunto se conduce como si las piezas de un astrolabio se mantuvieran separadas.
Es decir, en el mejor de los casos, la precisión de la determinación del meridiano, sin contar los errores inherentes al método, sería equivalente a la del astrolabio. El astrolabio ideado por Hiparco en el siglo segundo antes de Cristo tenía un error de medida de 30?. El astrolabio más perfecto, construido por Tycho Brahe en el siglo XVI, tenía un error de 10?. El observatorio de París, construido en 1660, utilizando anteojos de observación, tiene un error de orientación de 15?. El observatorio con mejor orientación de los construidos sin instrumentos ópticos es el de Uranienburg, mandado construir por Tycho Brahe en 1580.
Sólo quedan dos soluciones posibles: los antiguos egipcios construían pirámides con una muy buena orientación por casualidad o porque utilizaron instrumentos ópticos, dice Álvarez López. Como la primera hipótesis es insostenible, por lo repetitiva que resulta esa casualidad, habrá que admitir la segunda hipótesis. Asimismo llega a afirmar que los errores de orientación en la Gran Pirámide no son tales, sino que están construidos a propósito para reseñar otras características astronómicas, como el movimiento del polo (¡).
Curiosas orientaciones
Creemos que fue Piazzi Smyth el primero que advirtió la curiosa inclinación del primer pasadizo de la Gran Pirámide, que es conocido con el nombre de siringa. Dicho ángulo es para él 26º 17?. Supone que la pirámide fue construida a propósito en un lugar de latitud 30º N, aunque actualmente la verdadera latitud es 29º 58? 51?N. Dice que no corresponde exactamente esta suposición para evitar el error de refracción (?), o bien a consecuencia del movimiento en latitud de 1?, 38/siglo, o quizás al desplazamiento de los continentes. En definitiva, observando una estrella en su culminación inferior tenemos el esquema de la figura 1:
Por lo tanto, el pasadizo estaba orientado, no al Polo Norte, sino a la estrella polar de la época: Alfa Draconis, cuya distancia polar era 3º 43? en los años 2123 a.C. y 3440 a.C. Piazzi Smyth elige la culminación inferior, pues si hubiera elegido la superior, la inclinación de la siringa sería 33º 43? y hubiera sido necesario «cavar más profundamente». P. Smyth afirma a continuación que la Gran Pirámide fue inaugurada oficialmente en el equinoccio de otoño del año 2170 a.C. pues además de la orientación del pasadizo a la estrella Alfa Draconis las Pléyades se encontraban en la vertical de la pirámide. Este hecho no se repite hasta que pasen 26000 años.
Otras explicaciones más sencillas de dicha inclinación afirman que es debida a utilizar la sencillísima pendiente de 1/2 para la construcción del pasadizo; así, colocando dos piedras horizontales por una vertical, conseguimos esa pendiente de 1/2 que corresponde a un ángulo de 26º 34?. Las complicadas explicaciones de Piazzi Smyth nos traen a la memoria aquel dicho de qui prouve trop, ne prouve rien; es decir: quien intenta apañar todos los datos para que coincidan milagrosamente con lo que queremos probar, seguramente está intentando hacernos ver algún hecho muy poco claro.
Pochan también está en absoluto desacuerdo con la opinión de Piazzi Smyth. Afirma que la pirámide fue construida al menos en el año 4800 a.C., y en ese momento ninguna estrella se hallaba cerca del polo. Además, «este sistema de orientación es absolutamente irrealizable». Pretender que fuera excavada de noche, en la roca, por obreros de las canteras, una bajada en dirección a una estrella de cuarta magnitud, apenas perceptible para el ojo humano, es una locura.
Orientación de los templos
Según Joseph N. Lockyer, los templos solares egipcios estaban orientados de manera que en el orto y el ocaso del día más largo del año un rayo de sol atravesara un pasadizo hábilmente construido que comunicaba con el interior del santuario. Un destello de luz que atraviese un pasadizo estrecho de 500 yardas hasta un santuario orientado apropiadamente no se mantiene más de un par de minutos y luego desaparece. Es más, la intensidad de la luz irá «creciendo» hasta un máximo que coincide con el preciso momento del solsticio, y que luego disminuye hasta desaparecer. Así los sacerdotes podrían determinar la duración del año con la precisión del minuto, por lo que habrían llegado a conocer hasta la diezmilésima parte: 365,2422. El templo de Amón-Ra en Karnak fue construido de manera que en el orto y el ocaso del solsticio de verano la luz del sol entraba en el templo a través del eje del santuario. Según Lockyer era un instrumento científico de muy alta precisión, pues con él podría determinarse la duración del año con una exactitud considerable.
Extrapolando hacia atrás desde la orientación actual del edificio, y tomando en cuenta el pequeño pero gradual desplazamiento en la inclinación del eje de la Tierra. Lockyer aplicó el sistema que había usado para Stonehenge, y estimó que el templo había sido construido hacia el 3700 a.C.
Herodoto, en su visita al templo de Tiro, describe dos pilares de oro y una piedra verde que brillaban a medianoche. De acuerdo con Lockyer, «no hay duda de que en el oscuro santuario de un templo egipcio la luz de Alfa Lirae, una de las más brillantes estrellas de los cielos boreales, alzándose en la clara atmósfera de Egipto, podría ser lo suficientemente fuerte como para crear un aparente resplandor que se refleje en las superficies a las que Herodoto hace referencia».
Lockyer se dio cuenta de que la orientación de los templos respecto al Sol supuso un calendario útil durante miles de años, puesto que la inclinación del eje terrestre no varía más de un grado en seis mil años. Sin embargo, la orientación de los templos respecto a las estrellas solamente puede cumplir su función durante doscientos o trescientos años, porque cada año la salida y la puesta de las estrellas se retarda con respecto al Sol 50?, que se convierten en 3º en un plazo de doscientos años. El templo necesitaría entonces una reorientación, o debería ser levantado otro templo.
Luxor, por ejemplo, tiene cuatro cambios bien definidos de orientación en el eje del templo, como podemos observar en el esquema.
A nuestro juicio, notamos una falta de rigor científico en el trabajo de Lockyer: parte de la hipótesis de que los templos egipcios estaban orientados en la dirección Este-Oeste de manera precisa, cuando este hecho no es admitido por los estudiosos de los templos egipcios; más bien parece como si los egipcios tuvieran sus templos orientados hacia el río Nilo, que cruza Egipto de Norte a Sur, con el fin de favorecer determinadas ceremonias.
Además, cuando Lockyer quiere fechar los templos, se está basando en el hecho indemostrable de que en el momento de su construcción estuvieran perfectamente orientados en la dirección requerida, y comparar así el desfase que existe en la actualidad.
Sólo encontramos irrefutables aquellas pruebas que basándose en determinadas iluminaciones a través de pasadizos o puertas -como en Stonehenge- no admiten interpretaciones erróneas.
La gran pirámide como observatorio astronómico
Según Proclo, la Gran Pirámide se utilizó como observatorio astronómico cuando el nivel alcanzó el techo superior de la gran galería, siendo entonces una amplia superficie elevada y cuadrada.
El pasadizo ascendente está construido con una inclinación idéntica a la del pasadizo descendente, que ya estudiamos antes. Esto pudo haberse realizado por medio de un rayo de luz reflejado en una superficie líquida, según el esquema de la página siguiente.
La gran galería está orientada por este método al meridiano Sur. El pasadizo es también extremadamente recto, sólo hay un error de medio milímetro en su recorrido. Así, un observador situado en el comienzo de la galería, suponiendo que ésta no tuviera techo, tendría materializado el meridiano del lugar, y podría así anotar los pasos de las distintas estrellas por el meridiano. Si conocemos la latitud podemos determinar la declinación de la estrella, o altura sobre la eclíptica, y viceversa.
La gran galería tiene una forma especial que permite plasmar una graduación de la declinación de las estrellas. Las piedras del techo de la galería no se apoyan unas en otras, sino que van independientemente y se pueden quitar para tener una visión más amplia del meridiano, e incluso puede quitarse sólo una piedra para centrar allí las observaciones. Con clepsidras se pueden tomar tiempos de los pasos por el meridiano. Con siete observadores se puede observar en los siete niveles distintos de la galería. En la superficie superior se pueden determinar acimutes.
Antoniadi, al igual que Proctor, también cree que el pasadizo ascendente y el descendente se utilizaron como un telescopio, y afirma que en el año 3400 a.C. estaban orientados a las estrellas Alfa Centauro y Alfa Draconis respectivamente.
McNaughton dice, sin embargo, que el pasadizo ascendente estaba orientado hacia la estrella Sirio entre los años 5600 y 5100 a.C., pues culminaba entre 26º18? y 28º18?.
De Careri visita Egipto en 1693 y afirma que existen numerosas pruebas que hacen pensar que los egipcios debieron de emplear la plataforma superior de la Gran Pirámide, antes de ser terminada, para llevar a cabo observaciones astronómicas.
Pocos meses más tarde, De Chazelles, miembro de la Academia Francesa de Ciencias, viaja a Egipto y afirma también que las pirámides fueron utilizadas como observatorios astronómicos, pues los egipcios, al construirlas, «tenían la idea de utilizarlas como gnomones o cuadrantes solares, para marcar, por medio de las sombras, la conversión del Sol en los solsticios».
Bibliografía
El enigma de la gran pirámide. A. Pochan.
Egipto, Manual de Simbolismo y Arqueología. F. Schwarz.
Secrets of the Great Pyramid. P. Tompkins.
Le problème des pyramides d?Egipte. J.P.Laner.
Información ofrecida por la Asociación Cultural Nueva Acrópolis - Málaga